Hay victorias que ‘ni fu ni fa’, hay empates con sabor a poco, hay derrotas que duelen, como la de la última jornada en el campo del Atlético B, pero hay otros empates que dan vida, que valen más de un punto por la forma de conseguirlos y por la inyección de fe y moral que suponen. Eso es lo que sucedió este domingo en el Helmántico, donde el Salamanca CF UDS empataba 3-3 en el último suspiro con el filial del Real Madrid Castilla y que a nadie se le olvide que este equipo ocupa puestos de play-off de ascenso a Segunda.
Y lo cierto es que la derrota que se mascaba habría sido injusta, pues, sobre todo en la primera mitad, el Salamanca se hizo acreedor a un mejor resultado. El equipo blanquinegro jugó más y mejor y tuvo a merced a su rival, donde el salmantino López regresaba a la que durante un tiempo fue su casa, aunque, a lo mejor, por edad, no pudiera jugar en el Estadio. Sin embargo, como lleva sucediendo toda la temporada, a los blanquinegros le penalizan mucho los fallos y a los 11 minutos, en el primer acercamiento del Castilla caía el 0-1. Íbamos a decir que dejaba mudo al Helmántico, pero no porque de nuevo la hinchada del Salamanca UDS volvió a ser el jugador número 12.
Sin embargo, el Salamanca UDS no se bajaba del guión y diez minutos después Owusu ponía el empate, incluso el colegiado anulaba un tanto dos minutos después a José García por fuera de juego.
En la segunda mitad, sin tiempo a que ninguno de los dos equipos tomara el mando, más de lo mismo. Otro despiste y golazo de nuevo de De Frutos para poner el 1-2. Este tanto sí dejó tocados a los salmantinos que, poco después encajaban el tercero. Sin embargo, cuando todo parecía que estaba sentenciado, el equipo charro sacó esa casta que sólo es posible con el aliento de su afición y en el 83 Fer Ruiz, que había sustituido en el descanso a Calero, reducía distancias y hacía soñar. Y en el 93, en el último suspiro, el delirio. De nuevo Ruiz marcaba de cabeza en un córner para poner el 3-3 y desatar el delirio y…. la comunión con el fondo sur que duró media hora con jugadores y aficionados cantando y conjurándose para próximos compromisos.
